Arxivar per 2009-05-11

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El futuro de Dilbert – Scott Adams

Us sona aquest títol? Coi es practicament el mateix que aquest post. Si sou espavilats (i segur que ho sou, per qué esteu llegint aquest blog…) endevinareu que aquí trobareu la continuació del extractes d’aquest llibre.

Hace miles de años las mujeres descubrieron que podían ocultar sus preferencias bajo el manto de la religión y de esta forma controlar a los hombres crédulos. La conversación se produjo de la siguiente forma:

– Marido: Vuelo en una hora. Voy a amar la mujer de mi prójimo

– Mujer: Eso no lo puedes hacer.

-Marido:  ¿Y por qué no?

– Mujer: Este… Dios lo dijo. És es un ser todopoderoso. Si no le obedeces, arderás en el infierno.

– Marido: Menos mal… gracias por advertirme. ¿Y si mato primero a su marido?

– Mujer: Pues no, malas noticias: tampoco puedes hacer eso.



Quejarse durante un proceso de reducción de plantilla podría es como saltar a la comba en una trinchera mientra el enemigo le está disparando: puede que se divierta, pero la diversión de durará bien poco.



Mi madre se tomaba el Scabble muy en serio. De hecho, no me enseñó a hablar o a escribir hasta los seis años porque pensó que así podria jugar más tiempo con ventaja. No fue hasta mucho más tarde, cuando estaba en la universidad, que me di cuenta de que el diccionario Webster’s no tenía palabras añadidas a mano al último minuto antes de ir a la imprenta. Hasta el día de hoy me pregunto si es cierta su afirmación de que dar cabezazos está permitido en el Scrabble.



Cuando una mujer le habla a un hombre, el hombre tiene dos opciones:

– Escuchar.

– Fantasear con practicar el sexo con esa mujer que está generando tanto ruido.



Yo creo que el suicido asistido se convertirá en una especialización médica:

– Paciente: Me duele la garganta.

– Doctor: Hmmm, yo le recomiendo el suicidio asisitido.

– Paciente: ¿El suicidio? Pero… ¿Y si se trata sólo de un resfriado?

– Doctor: No quisiera arriesgasme tanto.