Arxivar per 2010-02-08

Contes sense plomesWoody Allen (408 pàgines)

Humor absurd al estil del Woody Allen. Si heu vist la ultima nit de Boris  Grushenko, doncs s’assembla molt. Son contes de 5 o 6 pàgines bastant absurds, alguns amb més gràcia que d’altres. Basicament tracten de psicologia, amor i la mort. De fet el llibre es la recopilació de 3 llibres de contes: “Com acabar de una vegada per totes amb la cultura”, “Sense plomes” i “Perfils”. Es entretingut, però poca cosa més.

Hi ha una mica de tot, diàlegs d’obres de teatre

Nat: ¿Quién es usted?

La Muerte: La Muerte. ¿No tendría un vaso de agua?

Nat: ¿La Muerte? ¿Qué quiere decir… La Muerte?

La Muerte: ¿Qué diablos le pasa? ¿No ve mi traje negro y mi rostro blanco?

Nat: Sí.

La Muerte: ¿Y le parece que puedo ser Pinocho?

Un diari d’una revolució llatinoamericana

La moral permanece razonablemente alta y, si bien ha aumentado el ritmo de deserciones, éstas aún quedan reducidas a aquellos que pueden caminar. Ahora piensa que la vida bajo el régimen de Arroyo quizá no sería tan incómoda y se pregunta si no tendríamos que volver a adoctrinar a los hombres que nos quedan, abandonar los ideales de la revolución y formar una orquesta de rumba.

Diàlegs de novèl· les de detectius

– ¿Todavía a la caza de Dios?

– Sí.

– ¿Un ser Todopoderoso? ¿El Creador? ¿El Principio Universal? ¿El Ser Supremo?

– Así es.

– Un tipo que se ajusta a la descripción acaba de aparecer en el depósito de cadáveres. Mejor que venga a echarle un vistazo.

Diàlegs… diàlegs… diàlegs curiosos.

John: Traedle un poco de agua.

Kleinman: ¿Para qué quiero yo agua?

John: Pensé que tendrías sed.

Kleinman: Morirse no da sed. A menos que te apuñalen después de haber comido arenques.

John: ¿Tienes miedo de morir?

Kleinman: No es que tenga miedo de morir, es que no quiero estar aquí cuando ocurra.

Històries misterioses.

El zafiro primitivamente fue propiedad de un sultán que falleció en misteriosas circunstancias, cuando una mano brotó de un bol de sopa que estaba comiendo y le estranguló. El propietario siguiente fué un lord inglés al que su esposa econtró un día plantado cabeza abajo en una maceta. Luego, unos años más tarde apareció en posesión de un millonario de Texas, que se cepillaba los dientes cuando de pronto se incendió.

La maldición parece continuar todavía, porque, poco después de obtenerlo, el patronato en peso del museo se puso en fila india y bailando la conga se precipitó por un acantilado.

Tràgics relats

¿Quién iba a imaginarse que, yendop a almorzar, mientras contemplaba la demolición de un edificio, la pesada bola de hierro alcanzaría a Needlman en la cabeza? El golpe fué causa una tremenda conmoción y Needlman expiró con la sonrisa en los labios. Sus últimas y enigmaticas palabras fueron:

– No gracias, tengo ya un pingüino.

Nota:5/10