La mejor venganza – Joe Abercrombie (928 pàgines)
La Mejor Venganza en castellà o Best Served Cold en anglès que sona millor, es un llibrot (més de 800 pàgines) de fantasia sobre la (oh! sorpresa!) venjança. Us explico només el primer capítol que equival a menys del 3% del llibre. Monza Murcatto, una famosa mercenària, es traida pels seus suposats aliats, els quals assassinen al seu germà i la donen per morta a ella, la protagonista del llibre, cometent així l’error més gran de la seva vida perquè quan intentes matar a una persona coneguda com “la Serpiente de Talins” i “la Carnicera de Caprile” i no ho aconsegueixes al 100% pateixes greument les conseqüències. El llibre es una successió de assassinats curosament planejats (però problemàticament executats) per part de la implacable protagonista que comptarà amb l’ajuda d’uns interessants secundaris. Però el que comença com una venjança, acaba en una trama que anirà fent bola de neu fins a canviar el destí de tot un continent, poca broma.
Des d’un principi es deixa clar que els protagonistes no són precisament uns angelets, però en comptes d’anar-se redimint i arreglant com passa en molts llibres aquests encara es tornen més malparits, i recordeu que estem parlant dels “bons”, eh? Els dolents comencen dolents i acaben igual de dolents, però si al principi del llibre tenies clar que volies que guanyessin els “bons” al final tampoc et semblaria malament que no guanyés ningú perquè ningú es salva de fer barbaritats. Es cert que la trilogia de la Primera Llei em va agradar més, en especial gràcies a que els protagonistes eren més carismàtics, en Glokta per sobre de tots, però La Millor Venjança també es prou bona, i si voleu llegir Abercrombie però a us fa mandra llegir una trilogia de tres llibres potser no us en fa tanta llegir una història que queda tancada en un sol llibre, encara que aquest tingui 800 pàgines. M’agradaria esmentar que tot i tractar-se de fantasia, no trobem res de màgia en pràcticament (sí, sí, hi ha un petit moment que intervé la màgia) enlloc del llibre. Estava dubtant entre posar-li un set o un vuit, però ja sabeu, sóc un tio exigent, o sigui que es queda amb un set, que continua sent molt bona nota.
Us podeu fiar de la meva opinió o també podeu fer cas a la opinió del George R. R. Martin quan diu:
Entre sus personajes hay tiranos y torturadores, un par de envenenadores, un asesino en serie, un borracho traidor, un oscuro bárbaro y un sangriento mercenario. Y éstos son los buenos. Las batallas son vívidas y viscerales, la acción brutal, el ritmo imparable y Abercrombie amontona las traiciones y los giros de la trama de forma que no dejamos de preguntarnos cómo acabará todo.
Recordareu a Joe Abercrombie per ser l’autor de la trilogia de la primera llei que es composa dels llibres: La veu de les espases, Abans que els pengin i l’últim argument dels reis
—Para formar parte de una banda de asesinos a sueldo, creo que soy un hombre demasiado considerado.
—No tardarás en comprobar que algunos asesinos a sueldo pueden ser gente muy agradable —se echó otro lingotazo y le devolvió la botella—. Por supuesto que no me refiero a ninguno de nuestro grupo.
—Diablos, no. Somos una mierda de hombres. Y de mujer.
—¿Cuánto has estado borracho esta vez?
—Me parece que era verano cuando comencé a darle a la botella. ¿En qué mes estamos?
—Seguro que no estamos en el mismo año.
—¿Qué hacía en la cárcel?
—Estaba allí por matar a su mujer, cortarla en trozos, hacer un estofado con ellos y luego comérselo.
En la mesa se hizo el silencio. Cosca carraspeó con fuerza para luego comentar:
—Confío en que hayas preparado este estofado sin tener que recurrir a la mujer de nadie.
—El carnicero me dijo que era cordero, y no tuve ningún motivo para dudarlo —Amistoso levantó en alto su tenedor—. Además, nadie vende la carne humana tan barata.
—Ordene a sus hombres que mantengan la posición todo lo que puedan.
El coronel se lamió los labios antes de preguntar:
—¿Y luego…?
—Eso es todo —Salier no había apartado la mirada de la imponente escultura.
—Excelencia —el militar se dirigió hacia la puerta. Y, sin lugar a dudas, hacia una muerte heroica e inútil, ya fuese en aquella brecha o en otra. A Cosca siempre le había parecido que las muertes más heroicas eran las más inútiles.
—Vamos, vamos, amigos —musitó él, sopesando la espada—. ¿Por qué no me atacáis uno a uno? ¿No tenéis honor?
—¿Honor? —dijo uno, rezongando—. ¿Nosotros?
—¡Vosotros os disfrazasteis para lanzar un ataque cobarde y a traición contra nuestro general! —exclamó el otro entre dientes, el rostro colorado por la afrenta.
—Es cierto. Es cierto —Cosca bajó la espada—. Y la vergüenza que se me clava en el corazón no me deja vivir. Me rindo. El que estaba a la izquierda no se lo creyó ni durante un instante. Pero sí el que estaba a la derecha, que, un tanto perplejo, bajó la espada. El cuchillo que Cosca acababa de lanzar fue hacia él.
—¡Pero si odias a Orso!
—Oh, pues claro que le desprecio profundamente, eso lo sabe todo el mundo; pero no tengo nada en contra de su dinero.
—Además, ¡di la vida por ti!
—¡Joder, pero si no te moriste!
—Bueno. Los rumores acerca de mi muerte suelen ser exagerados.
—Quizá debieras decidirte de una vez por uno u otro bando —Monza no se rió, porque no le hacía mucha gracia.
—¿Y por qué tendría que decidirme? —Cosca levantó la petaca, tomó un sorbo y se relamió muy satisfecho—. Es una guerra. La razón no está en ninguno de los dos bandos.
Aunque fuera difícil argumentar algo en contra de todo lo expuesto, ya era demasiado tarde para echarse atrás, por no hablar de que un hacha clavada en la cabeza suele poner punto y final a cualquier discusión.
Nota: 7/10