Mi dieta cojea – Aitor Sanchez (240 pàgines)
Llibre amb el mateix nom del blog i curiosament el mateix autor Aitor Sanchez.
Contràriament al què trobeu normalment en aquest blog no es tracta d’un llibre de narrativa sinó que es tracta de divulgació, en concret sobre el mites sobre alimentació que corren, tots ells falsos o bastant falsos. Podria dedicar unes quantes línies a anomenar les bondats del llibre però crec que el millor serà posar exemples pràctics extrets directament del llibre per mostrar com explica el tema aquest home. He dividit el post en quatre parts per no fer un post massa llarg, per tan durant tota la setmana (fins dijous) tindreu consells nutricionals. Avui les frases van sobre mites, dietes i greixos.
¿Cuántas veces hemos oído decir que hay que tomar menos grasa, que el desayuno es la comida más importante del día, que los hidratos de carbono engordan si los tomas para cenar, o que no hay alimentos buenos o malos? Pues bien, ninguna de estas afirmaciones tiene fundamentos reales
Los enfoques dietéticos antiguos se centraron en reducir las kilocalorías de la dieta como estrategia para adelgazar. En este escenario, lo fácil e injusto era meterse con el nutriente que más kilocalorías aportaba en la dieta. Esa tendencia llevó a criminalizar la grasa. A día de hoy, sabemos que los etiquetados bajos en grasa, así como los light, predisponen a comer más durante el día. Desgraciadamente, muchos de estos alimentos desprovistos de grasa no eran saludables: bien porque eran poco saciantes, bien porque habían perdido parte de su capacidad nutritiva o incluso porque contenían en su composición una gran cantidad de azúcar, utilizado para sustituir la grasa y dar sabor al producto.
Los alimentos que, de forma más clara, se asocian con el sobrepeso son:
—Aquellos con alta densidad energética (muchas kilocalorías por unidad de peso).
—Los poco saciantes.
—Los que tienen pocos nutrientes asociados.
—Aquellos que carecen de fibra o proteína en su estructura.
—Alimentos concentrados que nos den mucha energía, pero a la vez pocos nutrientes de interés fisiológico.
Por poner cara a los culpables, hablamos de los dulces, de la bollería, de los refrescos, del alcohol, de los derivados refinados…; estos son los alimentos que deberíamos reducir al máximo en nuestra dieta.
Si un alimento es rico en grasa, y por tanto tiene un alto contenido calórico, pero posee otras características nutricionales interesantes, será conveniente incorporarlo a la dieta. Productos como el aceite de oliva virgen extra, el aguacate, los frutos secos, el huevo o el pescado azul son alimentos con un contenido alto en grasa de perfil saludable, y lo más importante: su consumo se asocia a la prevención y el tratamiento de diferentes patologías, por lo que nada tienen que ver con las calorías vacías de los ultraprocesados.
A día de hoy podemos decir que las grasas no se merecían el mal trato recibido en los ochenta y noventa. Actualmente, el consumo de azúcar añadido y el abuso de alimentos ultraprocesados constituyen la verdadera amenaza para la obesidad y, por tanto, la prioridad a combatir desde la salud pública. Es de sentido común percibir que 100 kcal de aguacate no repercuten del mismo modo en el cuerpo que 100 kcal en forma de vodka o de azúcar.
Considerar que adelgazar es tan sencillo como ingerir menos kilocalorías o vivir en equilibrio es una reducción muy simplista. Importan los macronutrientes que aportan esa energía, los otros micronutrientes que acompañan al alimento, las sustancias que intervienen en la digestión como la fibra o el agua. Y por supuesto otros factores como la temperatura, el estado físico del alimento o las técnicas culinarias aplicadas. Todo esto es mucho más complejo que sumar kilocalorías.
Centrarnos en la idea de una dieta equilibrada como una proporción de nutrientes que debemos calcular, no solo nos hace perder nuestro valioso tiempo con una tarea muy tediosa sino que es muy poco práctico y además puede causarnos confusión. Esto puede suceder al utilizar un enfoque que equipara indirectamente alimentos que nada tienen que ver entre sí. Usando esta metodología podríamos creer erróneamente que una naranja, una pera y un refresco azucarado son parecidos por su composición y por tanto intercambiables en una dieta. Mientras que la naranja y la pera utilizadas en el ejemplo anterior aportan compuestos bioactivos y fibra, un refresco es prácticamente azúcar libre añadido. No son igual de saludables, pero a los ojos del conteo, estos nutrientes podrían ser similares.
Con vitaminas y minerales. Con 7 cereales. Con omega-3. Fuente de hierro. Alto contenido en fósforo. O por el contrario, cuando ven reclamos basados en la ausencia de otros compuestos: Sin colorantes ni conservantes. Sin colesterol. Sin grasas saturadas. Sin azúcares añadidos. Sin kilocalorías. Sin grasa. Destacar un «sin» o un «con» es una simple estrategia para hacer parecer los alimentos más buenos o malos de lo que realmente son. Por eso no tiene sentido hacer críticas ni defensas basándonos en un único aspecto. Es tan estúpido como criticar a un martillo porque no ilumina de noche o a una batidora porque no calienta la comida.
Aquest llibre no he sabut posar-li una nota perquè jo només se valorar novel·la. Però en resum es un llibre recomanable especialment per la gent que alguna o altra vegada al llarg de la seva vida ingereix aliments, pels qui no ho facin mai no cal que es molestin en llegir-lo ja que no trobaran res d’interès.